Sí señor!

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Para encarar este film ante todo hay que tomar la postura: Yo amo a Jim Carrey. Mientras tanto los detractores de este comediante hiperbólico en gestos deberían tomar la resolución de no dejarse llevar por su acérrimo rechazo al actor. A mí me agrada, sé que no ha hecho un cúmulo de películas geniales, pero debo decir que esta me hizo directamente llorar de la risa. Por muchas razones, veamos:

El argumento de por sí es atractivo, aunque digamos no hiper original. Carl es un tipo que tras el abandono de su esposa se encierra en sí mismo. No pasa una sola noche sin estar frente a su DVD viendo Films, solo, muy solo, y requejánsose en su desventura. No atiende el teléfono, a todo dice NO, es negativo y su vida de a poco envejece prematuramente. Cierto día, por esas cosas del destino decide más por curiosidad que otra cosa asistir a un seminario de autoayuda. Y acá arranca la comedia en sí, con una despiadada sátira a lo que son este tipo de eventos, a Carl no le queda otra que cambiar de actitud y ponerse del lado de la vida: decir a todo, no importa qué, SI. Ahora es cuando empiezan las situaciones hilarantes, las acometidas impulsivas, las sorpresas que poco a poco y al mejor hilo metafísico van solucionando sus problemas.

Yes man, conocida en Argentina curiosamente con una traducción literal (Sí señor), pasó por nuestras tierras sin penas ni glorias, pero nadie he conocido que de haberla visto no coincidiera en que se rió a las patadas. El film nos lleva a la reflexión fácil sobre lo positivo, el vivir el día a día, el disfrutar de la vida y la juventud, pero también sobre a las consideraciones literales del caso: hay veces en que se hace necesario decir no. El no también forma parte de la vida, de las decisiones; lo difícil a veces es saber cuándo decirlo, a quién.


La actuación de Carrey en este caso debo decir que es una de las mejores. Siendo a veces tan insoportablemente exagerado en sus manierismos cómicos, esta vuelta nos trae un ser más cercano al mortal, al natural, alejado de toda exageración sufrida. Las pocas motas de su particular sello están bien puestas y surten efecto; y pienso por ejemplo en la escena donde se envuelve el rostro en cinta adhesiva!... qué escena mortalmente hilarante!. Otro que pone un sello comiquísimo y realmente me asombró es Rhys Darby, Norm, comediante conocido más en la pantalla chica pero que suelta a pleno la fibra del equilibrio a la hora de hacer reír.

Sin absurdidades jocosas innecesarias, sin los planteamientos facilistas, esta comedia se las trae. Para toda la familia y para leer entrelíneas sobre la absurdidad del positivismo absoluto.
Para cerrar la reseña, no pueden faltar las citas ácidas que mejor entendidas estarán por quienes ya la hayan visionado.

Ahora, hay otro Carl que conocimos y no nos caía del todo simpático. Se apellidaba Marx.

Nah, de hecho creo que deberíamos ir más a prisa. De esa manera si nos estrellamos al menos moriré y no simplemente mantenerme vivo artificialmente.